EFTA-RELATES 2025
- Daniel Felipe Barrera Aguilera
- 2 sept
- 3 Min. de lectura
12ª Conferencia de la Asociación Europea de Terapia Familiar (EFTA) y 21º Congreso de la Red Europea y Latinoamericana de Escuelas Sistémicas (RELATES)
Por Daniel Felipe Barrera Aguilera, Ps., MSc.

Me emociona mucho compartir que, entre el 27 y el 30 de agosto, estuve participando en el Congreso EFTA-RELATES 2025 celebrado en Lyon, Francia. Fueron días inspiradores para compartir ideas, preguntas y un profundo sentimiento de compromiso por trabajar en la terapia e investigación sistémica, dejándonos incomodar y remover por las complejas realidades sociopolíticas en las que acompañamos a otras personas. Fue una invitación constante a reconocernos en nuestras fragilidades y vulnerabilidades para construir desde ellas caminos de cambio, resistencia y resiliencia.
Este encuentro de profesionales –procedentes de diversos rincones del mundo y movidos por el impulso de desafiar la indiferencia, el aislamiento y la deshumanización– surgió de la clara preocupación por los escenarios y contextos de violencia y barbarie que están cursando en diversas latitudes de forma simultánea, intensa e inhumana, destruyendo a diario vidas y cotidianidades en el marco de enfrentamientos feroces, y a menudo mortales, entre individuos, comunidades, naciones y culturas.

Durante estos cuatro días, intercambiamos reflexiones, inquietudes y propuestas como psicoterapeutas y profesionales sistémicos con un claro compromiso de continuar trabajando en acompañar responsable, cuidadosa y respetuosamente el sufrimiento y el malestar emocional, relacional y social. Lo anterior, con el ánimo de luchar con determinación por la paz y de reavivar la esperanza, la resiliencia y el optimismo por un futuro en el que podamos vivir juntos, en comunidad y confiando unos en otros.
Tuve la gran oportunidad de participar en un panel en el que el eje de conversación y reflexión fue la salud mental en el contexto de las migraciones transnacionales. Una mesa multicultural, haciendo honor a la complejidad y diversidad de las experiencias migratorias a lo largo y ancho del mundo. Pusimos en el centro la necesidad de acompañar y trascender el pensamiento sistémico con abordajes y sensibilidades interculturales, interseccionales y respetuosas de la ambigüedad en la que se habitan estas experiencias.

En concreto, compartí la investigación que desarrollé y que lleva como nombre: “Pérdida ambigua en la vivencia migratoria transnacional: un análisis fenomenológico interpretativo a través de lentes transoceánicos”. Un estudio que invita a entender nuestras experiencias migrantes como procesos sistémicos, familiares y sociales que involucran tanto a quienes salimos de nuestros países de origen como a nuestros familiares que permanecen allí, así como a quienes nos reciben en destino y a quienes van y vuelven tras generaciones. Experiencias que, además, necesitan ser leídas de manera transnacional y ecosistémica para rescatar sus dimensiones políticas, sociales, culturales, subjetivas y psicológicas.
Vivir la migración es aprender, dentro de muchas otras cosas, a habitar la ambigüedad emocional, la contradicción y la indefinición. Como migrantes convivimos continuamente con múltiples pérdidas que difícilmente podemos nombrar. Es por ello que, otra de las invitaciones que surge de esta investigación es la de construir espacios y contextos de mayor visibilización y reconocimiento de nuestras experiencias de estrés, dolor y malestar para que nuestros intentos de hacer frente a las mismas no se vivan como inseguros o solitarios y, en cambio, puedan estar respaldados comunitaria y profesionalmente con el fin de que podamos vivirlos como fuente de bienestar, integridad y dignidad.

Esta experiencia reafirma mi compromiso de seguir trabajando con pasión junto con las personas que confían en mí, y a quienes les agradezco sinceramente, desde el valioso espacio de la psicoterapia, para hacer de cada sesión un encuentro ético, estético y político en el que cuidemos lo esencial: la humanidad que nos une y nos conecta, entendida y sostenida desde los marcos sociopolíticos que nos atraviesan y que afectan nuestro bienestar psicosocial.
Entonces, la invitación que se abre es esta: ¡Que desde el espacio psicoterapéutico podamos seguir intentando hacer del mundo un lugar en el que, más allá de las fronteras, logremos vernos y reconocernos en las fragilidades y vulnerabilidades en las que somos reflejo!







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